miércoles, mayo 30, 2007

Estas palabras a continuación fueron dichas refiriéndose a la cultura uruguaya, pero de dónde los argentinos podemos aprender mucho, dadas las similitudes entre países hermanos. Pasaron 20 años, sin embargo...

CULTURA Y ESTADO
(fragmento del autor uruguayo Coriún Aharonián)

La cultura, ¿necesita apoyo?
Empecemos de cero. ¿Cuál cultura? ¿La cultura con minúscula o con mayúscula? Nos guste o no, estamos por ahora en el sistema cultural europeo occidental, y nos corresponden sus categorías socioculturales, todavía por un buen rato (puesto que la historia es lentona). Nos guste o no nos guste, la cultura con minúscula existe. Desde las supervivencias hasta las vivencias. Y es digna de especial atención por parte del poder.
No de los “hombres de cultura” o de la casi totalidad de éstos. Por eso la manipulación del gusto público le resulta al poder más fácil. Porque los “hombres de cultura” no compensamos, en general, el bombardeo incesante de modelos y modelitos culturales. ¿Ustedes pensaron alguna vez cuán libres somos para vestirnos? ¿Cuán libremente hemos adoptado el pantalón vaquero y sus variantes, y más recientemente los equipos deportivos de marcas transnacionales para volver germanofrancesamente sin bañarse a casa en ómnibus después de una buena sesión de transpiración, o bien cuán libremente hemos adoptado los zapatos deportivos?
¿Por qué no usamos chiripá (ya mestizo en el gaucho decimonónico) ni ambos británicos ni zapatos italianos? La contrapartida de la irrupción de “tortas fritas” en la avenida 18 de Julio de Montevideo en 1984, ¿necesitó apoyo? ¿No es sintomático que lo que sí necesitó fue represión, en 1985, porque contradecía los modelos que apoyaba el “buen gusto” del poder? ¿Por qué no hemos salido, “hombres de cultura”, a defender los derechos de la “torta frita” frente a los del frankfurter o los del sándwich?
¿Y la cultura con mayúscula?, ¿necesita apoyo? Parecería que no. ¿O me equivoco? También depende a quién sirva. ¿Verdad?
Con mayúscula o minúscula, tenemos en todo caso dos ámbitos de quehacer cultural: el que repite los modelos metropolitanos pasivamente, y el que – usándolos como hecho irreversible o esquivándolos en lo posible – trata de crear hechos culturales de alternativa frente a ellos.
¿Necesitó apoyo el movimiento creador del Uruguay durante los 17 años de dictadura? ¿Necesitó otro apoyoque el verdadero, espontáneo, solidario, de los que querían apoyarlo, que no eran precisamente los detentadores del poder ni sus lustrabotas sino vulgares individuos aislados que formaban parte de un cuerpo social virtual que dejaba de ser virtual por esos actos de conciencia de motivo y destino de aquellos actos creativos?
¿Es necesario el apoyo entendido como sostén pecuniario para la cultura? ¿Para cuál cultura? Si es para los hechos culturales epigonales, el apoyo ya lo tiene. No vale la pena discutir su necesidad o no. Si la pregunta se refiere a los hechos culturales cuestionadotes de la pasividad colonial, podría decirse que el apoyo, si está y no condiciona, es útil y es bienvenido. Si no está o está pero condiciona, el creador puede prescindir de él.
Yo no necesito dinero para hacer música. El dinero necesita de mí para hacer música. Yo no necesito poder para hacer música. El poder necesita de mí para hacer música. ¿Seré menos profesional? ¿Alguien que domina una profesión o alguien que cobra dinero (en una acepción del término próxima a la que habla de “empleados profesionales” de la ruleta)?
Es cierto que en ciertas artes interpretativas, el cobrar por hecho cultural producido parece estar sobreentendido. Eso es bueno para la seguridad pequeño-burguesa del funcionario-intérprete o para la sobresaltada vida del entretenedor transhumante, pero sólo excepcionalmente admite conductas que no tiendan a la inercia histórica.
Donde el principio-zanahoria socialdemócrata del así proclamado derecho del artista de vivir de su propio trabajo- y el principio zanahoria del derecho al ocio creador- son francamente peligrosos, es en cuanto se aplican al artista creador. En el capitalismo, ¿quién que tenga poder y dinero tendría interés en financiar una tarea creativa de signo histórico positivo, es decir una tarea creativa que apunta hacia el hombre nuevo de la sociedad nueva donde el será despojado del poder y el dinero? Y en el socialismo, habida cuenta del planteo marxista respecto a la resistencia frente a lo nuevo, ¿cuántos funcionarios de gobierno estarán dispuestos a financiar una tarea creativa que no repita lo conocido –conocido que se corresponde casi inevitablemente con los modelos del capitalismo, el actual o el del pasado-? Ese principio, no es una trampa para asegurar la quietud histórica?
Es deber del Estado apoyar todo lo constructivo que se haga en el país. Y es obligación de los dirigentes de ese Estado saber previamente quién es quién en la cultura, para ser responsables de los apoyos que se den.
Pero, ¿le interesa al Estado, aquí, en Uruguay, apoyar algo que apunte a un futuro mejor? ¿Sabe algún ministro de Estado qué es qué y quién es quién en la cultura? ¿Tiene interés en saberlo?
Eso no quiere decir que el estado no tenga un proyecto cultural. Muy por el contrario, y mientras el resto del país no tiene ninguno, parecería que el Estado uruguayo sí lo tiene, al menos borroso y en versión negativa.
¿No es producto de alguna especie de proyecto cultural la obstaculización de la Universidad (que sí carece de proyecto)?
¿No es producto de alguna especie de proyecto cultural el aperturismo a una pornografía alienante, de grosera publicidad en la prensa de consumo familiar, mientras se censura una utilización artística no alienante de imágenes que ese poder tolerante califica de pornográficas?
La represión encubierta, ¿es preferida por los hombres de cultura a la represión manifiesta? La hipocresía, ¿es mejor que la honestidad?
Y yendo a otro enfoque, ¿no es curioso que la izquierda uruguaya haya tenido tan poco claras las cosas como la derecha, al ser tomada desprevenida en el gran tema de lo sexual? ¿No es esta la punta de un iceberg que no queremos ver en nosotros mismos? ¿No es axiomático para la izquierda que la sexualidad existe en el ser humano? ¿No es obvio que la pornografía –la alienante de los setentas metropolitanos, la grosera de los tablados montevideanos (que es de estirpe, porque puede ser rastreada en la insospechable corte de los Reyes Católicos de la época de la conquista de América), la burda de la televisión y del cine porteños, o la eterna pornografía educadora que compensa los ridículos tabúes de esta civilizada civilización- , no es obvio digo que la pornografía es también cultura?
El juego de duplicidad del Estado en materia sexual, ¿no es el mismo juego de duplicidad que hace al cerrar puertas a los jóvenes ( sin los cuales no hay país ni futuro)?, ¿no es el mismo juego de duplicidad que hace al manosear a un director de la Comedia Nacional o a una inspectora de música de educación secundaria?, ¿no es el mismo juego de duplicidad que hace al negar acceso a puestos pedagógicos gravitantes, a personas de verdadero peso cultural, a la vez que facilita ese acceso a colaboradores de la dictadura o a segundones o tercerones legalizados por reglamentos tramposos y puntajes escamoteados?, ¿no es el mismo juego de duplicidad que hace al manejar subvenciones y viajes de modo arbitrario, favoreciendo también aquí a colaboradores?, ¿no es el mismo juego de duplicidad que hace al acatar la continuidad de una radio y una televisión que sirven no a los intereses del país sino a los del imperio?
¿Tenemos algo que pedir al Estado los hacedores de cultura? ¿Por qué no seguir haciéndo? Si el Estado tiene una pizca de buena fe, su apoyo debería surgir espontáneamente. E inteligentemente. Y sin condicionamientos. Y si el Estado no tiene buena fe, todo seguirá como está, con individuos que crean e instituciones no estatales que apoyan esta tarea creativa. Y el ridículo histórico lo harán quienes ocupan cargos de ese Estado ciego y sordo.
La cultura no depende del Estado.


Ponencia leída el 20/9/86 en el Coloquio de la Cultura Uruguaya convocado en Montevideo por Cinemateca Uruguaya.

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